Estados Unidos reactiva la IV Flota y erige nuevas bases en Colombia para desactivar el ALBA y amenazar a las administraciones poco confiables. Es evidente que el golpe de Honduras hubiera abortado r谩pidamente sin el auspicio de la embajada estadounidense. Obama utiliza una diplomacia de buenos modales para enmascarar la continuidad de la pol铆tica imperialista. El pretexto del narcotr谩fico ha perdido credibilidad para justificar la militarizaci贸n de la regi贸n. La complicidad de los bancos con este negocio es tan inocultable como su utilizaci贸n para financiar mercenarios. Pero el caso de M茅xico ilustra el poder logrado por una narcoburgues铆a local que debilita al Estado y disgrega la vida social. Tambi茅n Uribe recurre al argumento de las drogas para promover una presencia de los marines, que ha sido avalada por muchos gobiernos de UNASUR. La escu谩lida clase dominante hondure帽a no toler贸 un tenue ensayo de reformas y ahora busca imponer una situaci贸n de hecho. Su acci贸n confirma que el golpismo no es una reliquia del pasado. Los derechistas se han envalentonado, especialmente en los pa铆ses tradicionalmente manejados por dictaduras vand谩licas. Este clima incentiva las tentaciones destituyentes en Paraguay y el recrudecimiento de la represi贸n contra las comunidades ind铆genas de Per煤 y el sindicalismo independiente de M茅xico. Los medios de comunicaci贸n se han convertido en el principal canal de las campa帽as reaccionarias. Exigen impunidad para manipular la informaci贸n, perpetuar la difusi贸n asim茅trica de noticias e imponer la agenda pol铆tica de los gobiernos. Aunque nadie los elige, fijan estas prioridades mientras despotrican contra las movilizaciones populares. Los ide贸logos conservadores nunca aplican sus criterios republicanos para juzgar a los presidentes afines. Resucitan el elitismo, desprecian a las masas y endiosan la inversi贸n externa. Actualmente buscan azuzar los reflejos conservadores de las clases medias, para generar confrontaciones con otros sectores empobrecidos. Pero la derecha perdi贸 la iniciativa que ten铆a en los a帽os 90 y sus operativos enfrentan serios l铆mites. |
La derecha y el imperialismo han puesto en marcha varias acciones para recuperar preeminencia, con operaciones dise帽adas en el cuartel general del norte. Estados Unidos encabeza esta reacci贸n con intimidaciones militares hacia una regi贸n que ha experimentado todo tipo de expediciones coloniales.
El puntapi茅 de la nueva campa帽a es la reactivaci贸n de la IV Flota que el Comando Sur estableci贸 en Miami desde el abandono del canal de Panam谩. Ese centro monitorea una vasta red de instalaciones que aseguran cobertura a茅rea y mar铆tima para cualquier incursi贸n eventual de los marines.
El GARROTE CON BUENOS MODALES
La estrategia en marcha se asienta en las nuevas bases militares de Colombia, que supervisan el rearme de los ej茅rcitos t铆teres y la recreaci贸n de operaciones secretas inspiradas en las viejas t茅cnicas de la Guerra Fr铆a. Estas acciones forman parte de un dise帽o global, que ha reproducido en Afganist谩n las formas de intervenci贸n ensayadas con el Plan Colombia.
Algunos analistas relativizan el peligro de las bases montadas en ese pa铆s. Estiman que Estados Unidos jerarquiza la atenci贸n de otros frentes y que la burgues铆a colombiana est谩 demasiado ocupada en manejar sus negocios o controlar la actividad del profesionalizado ej茅rcito local [2] .
Esta tranquilizadora mirada combina ceguera e ingenuidad, en el desconocimiento de las prioridades b茅licas del imperialismo estadounidense. Bastar recordar el prontuario de secuestros, torturas y salvajismos que acumulan sus disc铆pulos de Colombia, para notar cu谩n absurdo es el retrato de esos gendarmes c贸mo pulcros servidores de la patria.
El cord贸n militar que est谩 erigiendo el Pent谩gono apunta en lo inmediato a erosionar el ALBA y a hostigar a los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia. Tambi茅n pretende enviar mensajes de amenaza a las administraciones poco confiables de Guatemala o El Salvador y al presidente adverso de Nicaragua. Con la fortificaci贸n de todo el flanco sur se busca, adem谩s, completar un cerco de militarizaci贸n en torno a M茅xico. Es obvio que la cobertura a茅rea de largo alcance est谩 dirigida a ejercer un control de todo el Amazonas, sin consultas con Brasil.
El golpe de Honduras ha sido un episodio clave de esta arremetida, ya que sin el auspicio de la embajada estadounidense habr铆a abortado antes de cobrar forma. La asonada cont贸 con el evidente sost茅n de generales apadrinados por el Pent谩gono y empresas estadounidenses, que controlan la econom铆a del peque帽o pa铆s. Cortando significativamente las visas o bloqueando las remesas, el Departamento de Estado habr铆a desecho el golpe en pocos minutos [3] .
Obama despleg贸 un gran cinismo para justificar esa inacci贸n ("nos critican cuando intervenimos y cuando no intervenimos") e hizo la vista gorda durante todo el tiempo requerido, para asegurar la estabilizaci贸n del golpe. Utiliz贸 un doble discurso de rechazo formal y sost茅n pr谩ctico de los derechistas e hizo lo imposible para obligar a Zelaya a legitimar su propia destituci贸n, mediante un plan de recuperaci贸n irrisorio (y de pocas horas) de su cargo.
Existe un intenso debate sobre cu谩l ha sido la responsabilidad directa de Obama en el operativo golpista. Algunos analistas subrayan su total connivencia (Golinger, Petras), otros destacan que fue prisionero de una acci贸n manejada por los republicanos (Wallerstein). Ciertos enfoques remarcan que se ha buscado condicionar su gesti贸n (Almeyra) o atarla a los grandes poderes que rodean la Casa Blanca (Bor贸n) [4] .
Con el tiempo se desvelar谩 la trama secreta de la conjura y el papel jugado por Obama. Pero es evidente que el primer mandatario cubri贸 el manejo de la conspiraci贸n por parte de su embajada, mientras su principal funcionaria (Hillary Clinton) canalizaba todas las presiones planteadas por los republicanos para sostener el golpe.
Cualquiera que haya sido su inclinaci贸n inicial y los determinantes de su conducta (especialmente el deterioro de situaci贸n en Afganist谩n e Iraq), es indudable que Obama termin贸 convalidando una t铆pica agresi贸n colonial. Esta postura desminti贸 todas sus convocatorias a erigir una "nueva 茅poca" en las relaciones de Estados Unidos con la regi贸n.
Con lo ocurrido en Honduras concluy贸 el corto idilio de mensajes amistosos y resurgieron las presiones descaradas del Departamento de Estado. Este organismo ya exigi贸 una contundente alineaci贸n de Am茅rica Latina contra Ir谩n y todos los demonizados gobiernos de mundo 谩rabe.
En realidad, Obama retoma una diplomacia de buenos modales para implementar el uso del garrote, en un contexto muy distinto al imperante durante la era Bush. Debut贸 con una hip贸crita postura de humildad y una ret贸rica conciliadora que elud铆a definiciones. Acept贸 la decisi贸n de la OEA de anular varias restricciones obsoletas contra Cuba, pero no levant贸 el embargo. Tampoco modific贸 la pol铆tica de agresi贸n contra Venezuela.
Pero el test de Honduras ha servido para ilustrar su r谩pido acomodamiento a los mandatos generales de la pol铆tica exterior estadounidense. Este amoldamiento vuelve a confirmar que los republicanos y los dem贸cratas representan dos versiones de una misma pol铆tica imperial de la primera potencia.
Obama ha retomado el multilaterialismo liberal, que sus antecesores Roosevelt y Carter ya utilizaron para reorganizar la supremac铆a estadounidense sobre Am茅rica Latina, en dos circunstancias cr铆ticas (la depresi贸n del 30 y la derrota de Vietnam). Esta misma funci贸n pretende cumplir ahora el sucesor de Bush. Su acci贸n est谩 guiada por un intervencionismo solapado, destinado a recrear el liderazgo hegem贸nico [5] .
MILITARIZACI脫N Y NARCOTR脕FICO
Estados Unidos contin煤a justificando su militarizaci贸n de la regi贸n con el pretexto del narcotr谩fico. Esta cobertura ya acumula varias d茅cadas y ha perdido credibilidad. Comenz贸 con Reagan en 1986, fue redoblada con la invasi贸n Panam谩 (1989) y finalmente consolidada con el Plan Colombia (2000). Pero ya resulta obvio, que la intervenci贸n de los gendarmes s贸lo conduce peri贸dicas mudanzas de plantaciones y centros de distribuci贸n de un pa铆s a otro.
Este reciclado obedece a la persistente demanda de drogas por compradores del Norte, especialmente en las localidades que no despenalizan el consumo. Pero tambi茅n opera la asociaci贸n directa que tienen distintos sectores del propio poder estadounidense, con un negocio excepcionalmente lucrativo. La complicidad de los grandes bancos con el lavado de dinero es ya un dato inocultable.
Los multimillonarios ingresos que genera el tr谩fico son, adem谩s, utilizados por el propio aparato militar estadounidense para financiar operaciones ocultas y mantener ej茅rcitos de mercenarios. El cultivo de hero铆na ha resurgido, por ejemplo, durante la reciente invasi贸n a Afganist谩n, con la misma intensidad que los estupefacientes florecen en todas las localidades militarizadas de M茅xico [6] .
Pero las monumentales ganancias que genera el tr谩fico dieron tambi茅n lugar a una enriquecida una narco-burgues铆a, que impone formas de administraci贸n territorial. Un sector de origen marginal, que adiestra su propio ej茅rcito de pandillas ha logrado comprometer a amplios segmentos de la burocracia y las fuerzas armadas.
En varios pa铆ses las clases dominantes coexisten con esta l煤mpen-burgues铆a, cu谩ndo despliega el terror contra las protestas populares o cu谩ndo desenvuelve funciones filantr贸picas para blanquear el dinero sucio. Pero el crecimiento desmedido de este grupo rompe la cohesi贸n del estado y provoca una disgregaci贸n permanente de la vida social. En estas circunstancias se multiplican las tensiones y se afianza la militarizaci贸n [7] .
La experiencia ha demostrado que la respuesta b茅lica s贸lo desparrama sangre, encendiendo una irrefrenable escalada de violencia. Mientras que el n煤mero de asesinatos alcanza cifras pavorosas en M茅xico, el Departamento de Estado tiende a oficializar este clima de guerra con prop贸sitos intervencionistas. La medios de comunicaci贸n estadounidenses ya le colgaron a su vecino la car谩tula de "estado fallido" y auspician un despliegue de gendarmes no s贸lo en la frontera, sino tambi茅n dentro del territorio azteca.
Pero el mayor epicentro de esta violencia contin煤a localizado en Colombia, donde existen tres millones de desplazados y permanentes descubrimientos de cuerpos descuartizadas en fosas comunes. Estas tragedias son utilizadas por Uribe para justificar la instalaci贸n de bases estadounidenses, olvidando que el arribo de estas tropas no ha modificado el clima de terror imperante en el pa铆s. El principal l铆der continental de la reacci贸n desenvuelve un discurso esquizofr茅nico. Por un lado se declarara victorioso en la batalla contra las drogas y por otra parte convoca a los marines, para impedir el incontenible avance ese flagelo.
Es obvio que Uribe act煤a bajo mandato directo del Pent谩gono. Ya permiti贸 que los invasores tomen el control directo de los aeropuertos y del espacio radioel茅ctrico y les ha otorgado plena inmunidad, para encubrir las incursiones que realizan los paramiliares en las zonas fronterizas.
Las nuevas bases estadounidenses no han sido instaladas para contener el narcotr谩fico, sino para aumentar la presi贸n agresiva sobre Venezuela y Ecuador. Reiteradamente Uribe ha intentado involucrar a ambos pa铆ses en falsas denuncias de complicidad con las drogas. La tensi贸n que ha creado no expresa "conflictos de seguridad" por "disputas de soberan铆a, poder local o legitimidad interior" [8] .
Esta interpretaci贸n -asentada en un falso objetivismo neutralista- oculta que Colombia prepara agresiones, con prop贸sitos reaccionarios y por mandato del imperialismo estadounidense. Toda la red de organismos de la CIA (como la Nacional Endowment for Democracy y el USAID) est谩 operando a pleno, en la financiaci贸n de acciones contra gobiernos, movimientos o personalidades antiimperialistas.
Lo m谩s preocupante de esta arremetida es la convalidaci贸n diplom谩tica que ha logrado Uribe. Primero forj贸 un frente derechista con sus colegas de M茅xico y Per煤 y luego forz贸 la resignada aprobaci贸n de las bases de los gobiernos centroizquierdistas de Brasil y Argentina. Con el argumento de "salvar la continuidad" del nuevo organismo regional (UNASUR), estas administraciones neutralizaron las voces de repudio (Venezuela, Bolivia y Ecuador) y avalaron la presencia de los tropas del Pent谩gono.
GOLPISMO Y DESESTABILIZACI脫N
El zarpazo de Honduras confirma la gravedad de la contraofensiva reaccionaria en todo el continente. Demuestra que el golpismo no es una reliquia del pasado, sino un recurso que preserva con formalismos institucionales las anacr贸nicas asonadas militares.
Las justificaciones expuestas para destituir a Zelaya fueron totalmente absurdas. La consulta impulsada por el presidente derrocado para un eventual cambio de la Constituci贸n no violaba ninguna ley. Al contrario, abr铆a un camino cierta democratizaci贸n para un pa铆s sometido al bipartidismo olig谩rquico. La escu谩lida clase dominante no le perdon贸 al mandatario desplazado su tenue ensayo reformista de aumentos salariales, control de las importaciones y rupturas del monopolio petrolero [9] .
En Honduras se reedit贸 el mismo tipo de golpismo que fracas贸 en Venezuela (2002) y Bolivia (2007). Pero incluy贸 situaciones m谩s grotescas, c贸mo secuestrar a un presidente en piyama y difundir un texto de renuncia inexistente. Se est谩 tanteado la introducci贸n de "dictaduras posbananeras", que el imperialismo y la derecha ambicionan para varios pa铆ses. El objetivo es imponer situaciones de hecho, una vez superada la adversa reacci贸n diplom谩tica internacional, sabiendo que la viabilidad de las nuevas tiran铆as depende de la resistencia interior [10] .
Hasta ahora s贸lo lograron consumar este operativo de forma provisional. Concretaron elecciones ama帽adas en un marco de elevada abstenci贸n, pero juegan al "aguante". Si logran perdurar en el gobierno, inclinar谩n la balanza internacional a su favor, especialmente entre los numerosos presidentes latinoamericanos, que siempre navegan por d贸nde sopla el viento.
El golpe ha envalentonado a otros los derechistas, que tienen en la mira a los gobiernos de Guatemala, El Salvador o Nicaragua. Las elites dominantes no toleran cambios m铆nimos en pa铆ses hist贸ricamente manejados por dictaduras vand谩licas. Est谩n acostumbrados a reaccionar de forma brutal ante cualquier alteraci贸n del status quo.
Otro candidato a sufrir el mismo acoso es el presidente Lugo de Paraguay. Desde hace meses padece una sucesi贸n de intimidaciones macartistas, que pueden desembocar en un juicio pol铆tico. Aunque gobierna con un equipo neoliberal y mantiene ejercicios militares con el Pent谩gono, enfureci贸 al establishment con tibias medidas de reforma (proyecto de impuesto a la renta personal, restituci贸n de la gratuidad del hospital p煤blico, vacunaci贸n, catastro de propiedades agr铆colas ).
Lugo ha pospuesto la reforma agraria en un pa铆s d贸nde el 85% de las tierras cultivables se encuentran en manos del 2,5% de poblaci贸n. Pero los conservadores no est谩n dispuestos a tolerar ning煤n retoque de esa estructura olig谩rquica. Ya impusieron el retiro del vicepresidente del gobierno y propician un clima destituyente, mediante insistentes campa帽as en torno a la corrupci贸n, la inseguridad y la inmoralidad publica [11] .
La estrategia agresiva que ha puesto en marcha la derecha latinoamericana se apoya en dos gobiernos claves: Per煤 y M茅xico. En el primer pa铆s, Alan Garc铆a otorg贸 cobertura las tropas estadounidenses para ejercicios en distintos puntos del territorio. Adem谩s, tuvo su bautismo de fuego en la batalla contra las comunidades ind铆genas del Amazonas, que resistieron el ingreso de las petroleras y la privatizaci贸n de los bosques.
Esa expropiaci贸n de tierras es una exigencia del tratado de Libre Comercio firmado con Estados Unidos. Pero la arremetida choc贸 con la combativa respuesta de los pobladores, que frenaron el atropello con huelgas y movilizaciones a un coste de treinta muertos.
En M茅xico, Calder贸n despliega agresiones de todo tipo. Su 煤ltima embestida incluy贸 la clausura de la compa帽铆a de Luz y Fuerza Central, con el fin de aniquilar un basti贸n de sindicalismo independiente. Recurri贸 a una ocupaci贸n de gendarmes, que emula las formas de presi贸n inauguradas por Thatcher y Reagan.
Pero esta arremetida enfrenta la decidida resistencia de los trabajadores, en un marco de creciente desgaste del partido gobernante PAN. Esta vertiente asumi贸 la administraci贸n del pa铆s con la ambici贸n de sustituir la prologada primac铆a que mantuvo el PRI durante varios decenios. Pero al cabo de nueve a帽os de incontables fracasos y desprestigios, esa expectativa tiende a diluirse [12] .
INSTRUMENTOS E IDEOLOG脥A
Los medios de comunicaci贸n se han convertido en el principal canal de propagaci贸n de las campa帽as reaccionarias. Los neoliberales ya no esgrimen tanto las desprestigiadas banderas de la apertura comercial, la desregulaci贸n laboral o las privatizaciones. Su principal estandarte es la "libertad de prensa", que identifican con la impunidad de los grandes diarios o las emisoras para manipular la informaci贸n.
Este h谩bito presenta en la actualidad ribetes escandalosos. Mientras que en Honduras reina la censura, el encarcelamiento de periodistas y el cierre de se帽ales independientes, la prensa regional se dedica a demonizar cualquier incidente menor de Venezuela, Bolivia o Ecuador. Los magnates del periodismo han puesto la cruz a todos los gobiernos que intentan democratizar la informaci贸n, cancelando licencias irregulares o acotando el monopolio privado de los noticieros [13] .
La asimetr铆a en la difusi贸n de las noticias adopta formas groseras. Las estrellas del periodismo convencional operan como un poder supremo que define mediante el formato de la cobertura la agenda de cada d铆a. Exigen la renuncia de funcionarios, despliegan lobbies a favor o en contra de individuos previamente seleccionados, act煤an c贸mo inquisidores y adoptan la pose de los afamados.
Sus comentarios son repetidos por auditorios masivos y propagados con m谩s intensidad que la opini贸n de cualquier pol铆tico. Nadie elige a estos nuevos sacerdotes que no justifican sus puntos de vista ni se someten al debate p煤blico de ideas. Sus atributos son inmensos. Fijan los temas del Parlamento, determinan las prioridades de la acci贸n p煤blica y hasta precipitan las decisiones cotidianas de muchos presidentes.
Los medios de comunicaci贸n operan, en la actualidad, c贸mo el principal canal de transmisi贸n de la ideolog铆a conservadora. Desde ese p煤lpito, la derecha despotrica contra los "excesos populistas", que observan en las movilizaciones populares o en el ejercicio frecuente de los derechos electorales. Este tipo de participaci贸n eriza la piel de los intelectuales liberales, que s贸lo valoran la pasiva convalidaci贸n del orden vigente.
La hipocres铆a de los argumentos derechistas es particularmente visible en el despliegue de criterios republicanos para cuestionar la reelecci贸n de Ch谩vez y justificar al mismo tiempo la perpetuaci贸n presidencial de Uribe. Cualquier teor铆a viene bien, si es funcional a una gesti贸n reaccionaria.
Cu谩ndo se agotan los razonamientos para aprobar las conveniencias del momento, los conservadores invocan otra justificaci贸n m谩s elitista: la necesidad de superar las taras culturales de la poblaci贸n latinoamericana. Este retraso mental es principalmente situado en la escasa adaptaci贸n a las reglas competitivas del capitalismo [14] .
Pero el debut de la crisis global tambi茅n ha brindado a los derechistas la oportunidad de retomar su convocatoria a fuertes ajustes, que alentar铆an la llegada de los capitales externos. Las viejas tonter铆as de los a帽os 90 han vuelto a circular, especialmente en los momentos de mayor p谩nico financiero. En esas circunstancias reaparecen los llamados a cumplir con todos los deberes requeridos "para ser elegidos por las corrientes mundiales de inversi贸n" [15] .
Pero este postulado tiene menor asidero emp铆rico que cualquier otra creencia neoliberal. Las inclinaciones de los inversores est谩n orientadas por patrones de rentabilidad, que no guardan correspondencia directa con la fe conservadora de cada gobierno. No es la ideolog铆a de Lula o Calder贸n las que orientan actualmente el mayor flujo de fondos hacia Brasil en comparaci贸n con M茅xico. Existen m煤ltiples causas en la determinaci贸n del r茅dito que prometen los negocios en cada coyuntura y pa铆s.
Las campa帽as derechistas simplemente machacan una y otra vez sobre ciertos lugares comunes para reactivar los proyectos de libre comercio, privatizaci贸n o flexibilizaci贸n laboral. Con estas convocatorias intentan recrear los reflejos conservadores de grandes segmentos de las clases medias. Azuzar esta reacci贸n para generar confrontaciones con sectores m谩s empobrecidos es un objetivo central de la clase capitalista.
Pero esta polarizaci贸n es un arma de doble filo, ya que tambi茅n precipita desenga帽os y furias contra los manipuladores. El comportamiento cambiante de los sectores medios es una variable que frecuentemente escapa a qui茅nes dise帽an las pol铆ticas antipopulares.
Conviene no perder de vista que la derecha est谩 embarcada en una contraofensiva para doblegar las rebeliones y los movimientos sociales de la 煤ltima d茅cada. No encabeza iniciativas frontales como en los a帽os 90 y enfrenta l铆mites mucho mayores que en ese per铆odo.
Los reaccionarios que avanzaron en Honduras durante 2009 fracasaron en varios intentos de mayor envergadura en el hemisferio sur (Venezuela, Bolivia y Ecuador). Sus gobiernos m谩s emblem谩ticos atraviesan por situaciones cr铆ticas (M茅xico, Per煤) y en la regi贸n centroamericana persiste una situaci贸n contradictoria. La derecha obtuvo victorias electorales en ciertos pa铆ses (Panam谩), pero perdi贸 la presidencia de dos pa铆ses claves (El Salvador, Nicaragua). El resultado general de la arremetida reaccionaria es una inc贸gnita a煤n sin resolver.
[1] Economista, Investigador, Profesor. Miembro del EDI (Economistas de Izquierda). Su p谩gina web es: www.lahaine.org/katz
[2] Natanson Jos茅, "Tensiones y pretensiones en Sudam茅rica", P谩gina 12, 30-8-09.
[3] La participaci贸n en el golpe de funcionarios de la embajada (Lanny Davis y Bennet Ratcliff), de empresas ("Chiquita Brands- ex United Fruit, Addidas, Knights Apparel, Gap) de estudios jur铆dicos estadounidenses, ya ha sido ampliamente documentada. Gelman Juan, "USA-Honduras", P谩gina 12 30-7-09.
[4] Golinger Eva, "El gui贸n de Washington: el golpe se repite, ahora en Honduras", Aporrea, 6-7-09. Petras James, "Entrevista radial", Chury, 5-7-09, Wallerstein Immanuel, "La derecha contraataca", www.pagina12.com.ar/diario/elmundo 23-7 2009 Wallerstein Inmanuel, "El retorno de la derecha latinoamericana", P谩gina 12, 2-12-09. Almeyra Guillermo, "El golpe y la crisis", Sin Permiso, 30-6-09. Boron Atilio, "Lo que Obama puede hacer" P谩gina 12, 14-7-09. Boron Atilio, "Honduras: una improbable soluci贸n", 1-11-2009. Enfoques complementarios en: Dos Santos Theotonio, "Las lecciones de Honduras", ALAI, 7-7-09. Guerrero Modesto, "¿Ad贸nde va Honduras?" 10-7- 2009 y O´Donnell Santiago, "Hundidos en Honduras", P谩gina 12, 28-9-09, O´Donnell Santiago, "Escenarios", P谩gina 12, 22-11-09.
[5] Distintos aspectos de esta estrategia indagan Rozoff Rick, "Estados Unidos intensifica los planos de guerra", Memoria 238, octubre-noviembre 2009. Bilbao Luis, "Qu茅 se dirime en Bariloche", ALAI 27-8-09. Grandin Greg, "¿C贸mo ser谩 la doctrina Obama?", Memoria 238, octubre-noviembre 2009.
[6] El 93% de hero铆na actual se cultiva en regiones de Afganist谩n bajo directo control de Estados Unidos y sus corruptos socios locales. Gelman Juan, "Del hero铆smo a la hero铆na", P谩gina 12, 8-11-09.
[7] Petras James, "Latin America: social movements in time of economic crisis", agosto 2009. www.globalresearch.ca/index.php"
[8] Como plantea: Tokatlian Juan Gabriel, "¿Guerra en los Andes?", La Naci贸n 24-11- 2009.
[9] Incluso a los derechistas m谩s alocados les ha costado justificar el golpe. Un ejemplo en Vargas Llosa, "El golpe de las burlas", La Naci贸n, 25-7-09.
[10] Aspectos de la nueva estrategia en O´Donnnell Santiago, "Dictadura posbananera" P谩gina 12, 2-8-09 y Tokatlian Juan Gabriel, "Neogolpismo", P谩gina 12 13-7-09.
[11] Un an谩lisis completo en Stefanoni Pablo, "Paraguay: una nueva Honduras", utopiaalsur.blogspot.com/ 10-11-2009
[12] Almeyra Guillermo, "Al grito de SME", www.jornada.unam.mx/ 8-11-2009 y Almeyra Guillermo, "La ofensiva de la derecha", La Jornada, 17-5-09.
[13] Tan s贸lo dos muestras de esta indignaci贸n derechista puede observarse en: Botana Natalio "La batalla contra los medios", La Naci贸n, 31-5-09 y Laur铆a Carlos "Un proyecto que evoca las dictaduras Latinoamericanas", Clar铆n 4-8-09.
[14] Un ejemplo en: Oppenheimer Andr茅s, "La mejor respuesta al populismo", La Naci贸n, 12-5-09.
[15] Un experto en estos mensajes es Castro Jorge, "A煤n con la crisis Am茅rica Latina puede atraer m谩s capitales", Clar铆n, 17-05-09.
Rebeli贸n ha publicado este art铆culo a petici贸n expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Claudio Katz
No hay comentarios:
Publicar un comentario