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: Al terminar el primer semestre de 2009, Am茅rica Latina se encuentra remecida por la tensa lucha entre las fuerzas que pugnan por mantenerla en la noche de la dominaci贸n y la explotaci贸n y aquellas que, por m煤ltiples caminos convergen en ir gestando las bases de un nuevo amanecer. Dos factores han operado particularmente como trasfondo de esta lucha en este per铆odo. Por un lado, la crisis econ贸mica mundial, que superado el riesgo de transformarse en una Gran Depresi贸n, mantiene latentes sus riesgos y fragilidades. Por otro, los ajustes y adecuaciones que est谩 tomando la pol铆tica exterior de los EE UU hacia Am茅rica Latina a partir de la nueva administraci贸 n de Barack Obama. I La crisis econ贸mica mundial Las cifras que dan cuenta de la marcha del capitalismo internacional y de las mayores econom铆as del mundo son ampliamente negativas. Al terminar el primer semestre, los pron贸sticos del FMI para 2009 son de una ca铆da del PIB mundial de un -1,4%, despu茅s de m谩s de 60 a帽os de crecimiento. La recesi贸n m谩s profunda se anuncia para M茅xico, Rusia, Alemania y Jap贸n, con ca铆das entre -7,3% y -6,0%. EE UU caer铆a un -2,6%, mientras Am茅rica Latina, seg煤n CEPAL, lo har铆a en un -1,9%. Una recesi贸n profunda y sincronizada. Las autoridades pol铆ticas y econ贸micas del centro del capitalismo mundial permanecen absortos en revertir la crisis econ贸mica y financiera en sus componentes c铆clicos; sin capacidad siquiera de atender a sus factores estructurales. Es decir, siguen centrados en minimizar la p茅rdida de los grandes banqueros privados y en devolverles liquidez y solvencia a costa del dinero de los contribuyentes. Y aspiran, a mediano plazo, a la recuperaci贸n de una demanda efectiva, que vuelva a dinamizar la producci贸n y el intercambio en el marco b谩sicamente intangible del capitalismo internacional. Con esta misma mirada miope, se animan ya a pronosticar el t茅rmino de la recesi贸n en el segundo semestre de 2009, confundiendo un rebote casi "estad铆stico" con una recuperaci贸n y salida efectiva de la crisis. Enormes y masivas intervenciones fiscales y monetarias han logrado disminuir el ritmo de ca铆da de las econom铆as "desarrolladas", en particular en EE.UU., pero las medidas tomadas en muchos casos est谩n acrecentando gravemente el endeudamiento p煤blico y los d茅ficit fiscales . Como consecuencia, el conjunto de las medidas adoptadas, m谩s all谩 de sus efectos temporales de alivio parcial, podr铆a estar sembrando una reca铆da m谩s profunda en el futuro mediato (luego del segundo semestre de 2010). El comercio mundial ha colapsado y se proyecta una reducci贸n del 12 al 13% en 2009; una ca铆da a煤n mayor de hasta un 50% registrar谩n las inversiones extranjeras directas, mientras una parte de los enormes est铆mulos crediticios del capitalismo central parece estarse canalizando a nuevas burbujas especulativas en las bolsas de valores lo mismo que a la demanda de petr贸leo y de metales, como el cobre, que han visto repuntar sus 铆ndices y sus precios en este semestre. Al margen de lo cual, la ca铆da de la inflaci贸n y a煤n la deflaci贸n impera en la mayor铆a de los mercados, a pesar de que las tasas de inter茅s han sido llevadas a sus pisos hist贸ricos. En el plano de la econom铆a real, sin embargo, no se avizora a煤n luz al final del t煤nel. Las p茅rdidas de la banca internacional y de las grandes empresas transnacionales contin煤an revel谩ndose -aunque parte de ellas sigue oculta-; los procesos de ajuste, con anuncios de masivos despidos de personal, no dan tregua. El desempleo podr铆a crecer entre 30 y 59 millones m谩s, a nivel mundial, seg煤n la OIT. Tanto en EE UU como en Am茅rica Latina la tasa ya supera el 9% y el "peak" de la desocupaci贸n se prev茅 para mediados o fines de 2010. Caen los salarios y el consumo de las familias trabajadoras. En este contexto, cualquier recuperaci贸n es por definici贸n sumamente precaria. El decisivo tema de una reforma del sistema monetario internacional sigue postergado. Mientras el d贸lar perdure como moneda hegem贸nica de reserva, EE UU tendr谩 en su emisi贸n ilimitada una f贸rmula barata para resolver sus problemas, que pone al mundo en una tensi贸n cada vez m谩s peligrosa frente a la eventualidad de su brusca o sostenida devaluaci贸n. Devaluaciones competitivas de otras monedas pueden dar lugar a conatos de guerras monetarias y comerciales. Y a que persista una fuerte volatilidad cambiaria. La reuni贸n del G-20 en abril tuvo un forzado consenso, de impacto poco trascendente. EE UU impuso un mayor est铆mulo fiscal y crediticio a trav茅s principalmente de un recapitalizado FMI-, mientras Francia y Alemania pon铆an el acento en un conjunto de medidas y criterios para fortalecer la regulaci贸n y supervisi贸n del sistema financiero -como el fin del secreto bancario-, sin que se concretase siquiera una reforma del FMI 贸 del Banco Mundial. Se limitaron a crear un Consejo de Estabilidad Financiera, con funciones de supervisi贸n, que operar谩 en forma anexa al FMI. La conferencia de la ONU sobre la crisis econ贸mica y financiera, realizada a fines de junio, sirvi贸 para abrir un espacio alternativo y de universal acceso el G-192- desde el que debatir los lineamientos de la acci贸n internacional concertada para hacer frente a la crisis; en el que al menos resonaron m谩s ampliamente las voces de los pa铆ses del Sur. La presi贸n de los pa铆ses del Norte, sin embargo, logr贸 eliminar la mayor铆a de las recomendaciones del informe Stiglitz del proyecto de declaraci贸n final. China y Rusia han reiterado su proposici贸n de que los Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI reemplacen al d贸lar como moneda de reserva mundial. El proceso para esto se presenta complejo. El FMI tendr铆a que asumir como formador de un mercado de compra-venta de DEG y actuar como emisor de ellos, por acuerdo de sus miembros. Avanzando a convertirse a una suerte de Banco Central Mundial. Obviamente, se requiere que se verifique antes una profunda redistribuci贸 n del poder de voto en su interior, que refleje el cambio que se ha dado en la econom铆a mundial, en la que las econom铆as emergentes sobretodo asi谩ticas- concentran la mayor铆a de las reservas internacionales . Y que EE UU pierda el poder de veto del que goza en el FMI. En lo inmediato, los pa铆ses que cuestionan la hegemon铆a del d贸lar est谩n adoptando diversas medidas. Dentro de ello, acuerdos para no usar la moneda estadounidense en el intercambio comercial bilateral, creaci贸n de monedas regionales, operaciones tipo "swaps" y medidas de creaci贸n o fortalecimiento de bancos regionales de desarrollo, no supeditados a las potencias que controlan el FMI. II La pol铆tica exterior de EE UU hacia Am茅rica Latina en tiempos de Obama La tendencia al continuado debilitamiento de la hegemon铆a de EE UU y de sus aliados en la regi贸n latinoamericana y caribe帽a, prevaleci贸 hasta el t茅rmino del mandato de George W. Bush, m谩s all谩 de su intenso activismo pol铆tico, econ贸mico y militar orientado a contener y revertir la influencia creciente de las corrientes sociales y fuerzas pol铆ticas regionales y nacionales con que se enfrenta en el continente. Poner freno a ese proceso, revitalizando el liderazgo de los EE UU, es el desaf铆o que se plante贸 Barack Obama, desde antes de su nominaci贸n como presidente. Para ello, ha optado por profundizar, actualizar y ampliar una estrategia que ya ven铆a siendo aplicada por sus predecesores, Bush y Clinton; retoc谩ndola formalmente con un nuevo discurso y gestos menores, que llamaron inicialmente a confusi贸n y a vanas esperanzas- en amplios sectores pol铆ticos y sociales latinoamericanos. La expectativa de un nuevo enfoque, que dejara atr谩s el intervencionismo pol铆tico y militar del pa铆s del norte en la regi贸n, se ha esfumado al t茅rmino de un semestre. Desde el punto de vista de sus componentes, pol铆tico-diplom谩 ticos, econ贸micos y militares, la versi贸n Obama de la estrategia estadounidense contempla un refuerzo de los instrumentos de la diplomacia y del "soft power" , al mismo tiempo que aumentan los recursos y el despliegue de iniciativas militares y de seguridad a cargo de los Comandos Norte y Sur del Ej茅rcito de los EE UU. El componente comercial de los TLCs- se est谩 viendo acotado y hasta parcialmente desconocido por el nuevo gobierno estadounidense, que ha puesto en aplicaci贸n numerosas medidas proteccionistas, en el contexto de la crisis econ贸mica y financiera. Por toda compensaci贸n, Obama ha anunciado un monto mayor para asistencia inmediata y de cr茅ditos a las "poblaciones m谩s vulnerables" de la regi贸n a trav茅s del BID. La pol铆tica imperial para la regi贸n, bajo Obama, da cuenta del avance que ha ido logrando el bloque de fuerzas bolivarianas y se propone como cuesti贸n prioritaria e inmediata, aislarlo y hacerlo retroceder . Maniobra, para ello, buscando establecer una alianza con el bloque de fuerzas y gobiernos socialdem贸cratas en particular, con Lula del Brasil y Bachelet, de Chile- y reforzar su posicionamiento en el bloque de pa铆ses liderados por gobiernos t铆teres M茅xico, Colombia, Panam谩, Per煤-. Con el objetivo de desbaratar el curso de soberan铆a que ha empezado a tomar el proceso de integraci贸n regional en el plano geopol铆tico, luego de las Cumbres de Am茅rica Latina y el Caribe y del Grupo de R铆o, en Bah铆a 2008, EE UU se propone introducir una cu帽a entre las fuerzas bolivarianas y las de corte socialdem贸crata, cuya convergencia ha sido fundamental para el avance que se ha ido logrando. Para tales efectos, la imagen y el discurso "progresista" del que se reviste Barack Obama les resulta de suma utilidad, por la audiencia que despierta en las fuerzas socialdem贸cratas. En esta direcci贸n y conciente de la necesidad de revitalizar plataformas pol铆ticas desde las que proyectar su estrategia y su maniobra, Obama concurri贸 al financiamiento primero, en marzo 2009, de una Cumbre de L铆deres Progresistas, para ir ambientando su acercamiento al bloque socialdem贸crata de la regi贸n. A la cumbre asisti贸 su vicepresidente, Joe Biden y se invit贸 a los jefes de estado de Brasil, Uruguay, Argentina, junto a l铆deres del mismo signo y aliados de Europa Reino Unido, Espa帽a, Noruega- adem谩s del pa铆s anfitri贸n. Vino luego, en abril, la V Cumbre de las Am茅ricas, en Trinidad y Tobago, con la que Obama se propuso relanzar este espacio paralizado luego de la "muerte" del proyecto del ALCA en noviembre 2005-. Convocada bajo nuevas consignas -la promoci贸n de la prosperidad humana, la seguridad energ茅tica, la seguridad p煤blica y la sostenibilidad ambiental- la reuni贸n concluy贸 sin que se alcanzase un consenso para firmar la Declaraci贸n preparada previamente, por incluir compromisos que fueron cuestionados desde sus inicios por los pa铆ses integrantes del ALBA. Sin aceptar el levantamiento del embargo hacia Cuba que le plante贸 una mayor铆a de los asistentes a esa cumbre, Obama sali贸 relativamente bien librado del evento, al que asisti贸 luego de ordenar la relajaci贸n de restricciones sobre los viajes a la isla caribe帽a y de las remesas para los cubano-estadouniden ses. Gestos y discurso parcialmente autocr铆tico y llamando a una "nueva relaci贸n", le permitieron recuperar audiencia y disponibilidad al entendimiento, incluso por parte de Venezuela, Bolivia y Cuba ausente de este espacio-. En relaci贸n a las denuncias de Evo Morales sobre el apoyo de EE UU a las acciones desestabilizadoras que se registraban en Bolivia, respondi贸 enf谩ticamente: "S贸lo quiero que quede absolutamente claro que me opongo y condeno absolutamente cualquier esfuerzo con fines de derrocar violentamente a gobiernos electos democr谩ticamente, en cualquier parte del hemisferio\" . A principios de junio, EE UU sufri贸 una hist贸rica derrota en el seno de la OEA , al aprobarse la resoluci贸n que anul贸 la exclusi贸n de Cuba del sistema interamericano, sin establecer las condicionalidades que sus representantes quisieron mantener. A pesar de ello, en tal asamblea, la XXXIX de este organismo realizada en San Pedro Sula, se aprobaron otras cerca de 90 resoluciones, "que garantizan la continuidad de las acciones multilaterales emprendidas por las administraciones de W. Clinton, George W. Bush y de manera m谩s reciente de Barack Obama" que en una mirada cr铆tica "conducen a fortalecer la hegemon铆a estadounidense" en nuestro hemisferio . Este contradictorio resultado da cuenta, sin duda, de diferencias y alineamientos insuficientemente decantados en m煤ltiples materias parciales como seguridad p煤blica, defensa, energ铆as renovables, cambio clim谩tico, etc.- entre los gobiernos latinoamericanos y caribe帽os que permiten la continuidad del liderazgo estadounidense en ese organismo. Todo este desempe帽o en el 谩mbito pol铆tico-diplom谩 tico de los EE UU bajo Obama se vio fuertemente sacudido con el golpe militar en Honduras, el 28 de junio reciente. Apareci贸 entonces en toda su desnudez la continuidad y profundizaci贸 n de la "dimensi贸n oculta" de su pol铆tica exterior: la que llevan adelante el Pent谩gono y las agencias de seguridad de los EE UU a trav茅s de sus m煤ltiples tent谩culos en la regi贸n, encabezados por el Comando Sur del ej茅rcito estadounidense en conjunto con los funcionarios del Departamento de Estado, que operan desde las embajadas en cada uno de los pa铆ses del continente. La necesidad de estrechar el cerco militar sobre la regi贸n resulta evidente para los estrategas imperiales en presencia de una crisis econ贸mica profunda, que debilita agudamente la gobernabilidad y la pervivencia de los sistemas de dominaci贸n imperantes en Am茅rica Latina y el Caribe. La opci贸n de desbaratar por la v铆a represiva y militar el actual ciclo de luchas populares se ha reafirmado y extendido a casi todos los pa铆ses del continente. Consecuentemente, no s贸lo se han incrementado los presupuestos de ayuda militar a distintos pa铆ses de la regi贸n , sino que existen diversas campa帽as de montajes, operaciones encubiertas, acciones comunicacionales, orientadas a crear un clima de inseguridad y "amenazas internas y externas" que hagan socialmente justificado el armamentismo, la militarizaci贸 n y el despliegue e intervenci贸n creciente de los aparatos policiales y militares en la contingencia pol铆tica. La retoma de la iniciativa estrat茅gica que de esta manera se propone EE UU apunta a revertir el cambio en la correlaci贸n de fuerzas que a nivel de Am茅rica latina y el Caribe se produjo en la pasada d茅cada, no s贸lo desestabilizando a los gobiernos de corte bolivariano, sino que haciendo capitular a los de corte socialdem贸crata en cuanto a sus pol铆ticas de defensa y seguridad interior y abrir de esta manera mayor espacio a su recambio por gobiernos autoritarios y de derecha m谩s aut茅nticamente patronal, como los que prevalecen al momento en M茅xico, Colombia y Per煤. III La respuesta de la regi贸n a los desaf铆os del nuevo contexto 1. - Alivio de la emergencia econ贸mica, pero sin horizonte definido m谩s all谩 de ella Las econom铆as latinoamericanas han enfrentado la actual crisis econ贸mico-financiera en un mejor pie que en el pasado. Como lo destaca la CEPAL , "no ha habido corridas financieras ni crisis de deuda" y, en t茅rminos generales, los pa铆ses de la regi贸n -con la excepci贸n de algunas econom铆as del Caribe- han contado con m谩rgenes de maniobra financiera que, con las disparidades del caso, les han permitido adoptar pol铆ticas para amortiguar las ca铆das en la producci贸n y el alza del desempleo. El impacto mayor provino de la ca铆da en el volumen (-11%), pero sobre todo de los precios de las exportaciones, de la disminuci贸n de las remesas ( -5 a -10%) y del turismo, los que, junto con el deterioro de las expectativas de consumidores y productores, explican la brusca ca铆da del crecimiento a partir del cuarto trimestre de 2008. El deterioro de los t茅rminos de intercambio de la regi贸n, se estima, puede llegar al 10,8% para la regi贸n en su conjunto, aunque ser谩 mayor para los pa铆ses exportadores de hidrocarburos y de metales. En Centroam茅rica, el Caribe y M茅xico, se anticipa un impacto negativo adicional derivado de la reducci贸n de los ingresos del turismo, que tambi茅n se vieron golpeados por el virus de la gripe AH1N1. Con todo, la CEPAL se帽ala que "A mediados de 2009 el comercio internacional parece haber detenido su retracci贸n, los precios de los productos b谩sicos han comenzado a recuperarse, las condiciones de acceso al cr茅dito est谩n mejorando y los indicadores de expectativas han comenzado a repuntar. Estos elementos llevan a esperar que el nivel de actividad de la regi贸n comience a recuperarse en el segundo semestre" Esa gradual recuperaci贸n se consolidar铆a en 2010, cuando la regi贸n podr铆a volver a crecer. Se proyecta un crecimiento mayor en Am茅rica del Sur (3,8%) que en M茅xico (2,5%), Centroam茅rica (2,8%) y el Caribe (0,5%). Se trata en todos los casos de tasas de crecimiento cuya magnitud ser谩 insuficiente para revertir el deterioro de los indicadores sociales causado por la crisis en estos a帽os. El desempleo permanecer谩 alto, con sus secuelas en la pobreza y la miseria que esta repuntando en todo el continente. La t贸nica de los programas de acci贸n de los gobiernos ha sido el asistencialismo, descartando reformas estructurales y tributarias profundas que alteren la distribuci贸n del ingreso o el rol del mercado en la asignaci贸n de los recursos. Han sido medidas destinadas a mantener el acceso a la seguridad social, proteger el gasto p煤blico en 谩reas como nutrici贸n y vacunas y proporcionar ayudas focalizadas en efectivo, en programas como "Bolsa Familia" en Brasil, "Oportunidades" en M茅xico y otros similares en El Salvador, Panam谩, Jamaica y Colombia; muchas de ellas con apoyo del Banco Mundial. Los gobiernos contin煤an sin asumir la necesidad de redise帽ar las estrategias de desarrollo, salvo el caso de Venezuela, Bolivia y Ecuador, que en distintos grados y ritmo, han continuado fortaleciendo el rol del estado en el proceso de acumulaci贸n y en el control de sus recursos y 谩reas estrat茅gicas. Con una perspectiva distinta, m谩s abiertamente neo-desarrollista, tambi茅n en Argentina se ha procedido a estatizar algunas empresas, al mismo tiempo que se han adoptado medidas proteccionistas de su mercado interno. Brasil reforz贸 su "Programa de Aceleraci贸n del Crecimiento" como carta de navegaci贸n hacia el futuro, confiando en la potencialidad de su mercado interno y en la recuperaci贸n de su capacidad exportadora volcada en particular hacia los mercados del Asia-Pac铆fico. La CEPAL ratifica: "asistimos a un cambio de paradigma que implicar谩 un reposicionamiento de la actividad del Estado en la econom铆a, no solo en la regulaci贸n de la actividad econ贸mica ..., sino tambi茅n en la promoci贸n de un tejido productivo que incorpore m谩s conocimiento y criterios de eficiencia ambiental, privilegie la innovaci贸n y, sobre todo, la protecci贸n de los sectores m谩s vulnerables para asegurar un desarrollo inclusivo" A medida que pase el tiempo, las necesidades de contar con un mayor financiamiento se dejar谩n sentir con m谩s fuerza. Y si bien algunos podr谩n acudir como ya lo han hecho M茅xico y Colombia- a l铆neas de cr茅dito concedidas por el FMI, otros no tendr谩n mayor acceso a ellas y deber谩n contemplar medidas alternativas y m谩s permanentes. Dentro de ellas cabe destacar las planteadas por el presidente Rafael Correa, del Ecuador, con ocasi贸n de la Conferencia de la ONU sobre la Crisis Econ贸mica y Financiera , a nombre de los pa铆ses del ALBA: la creaci贸n de un Banco de desarrollo del Sur, un Fondo de Reservas com煤n para Am茅rica Latina, un sistema de pagos regional y avanzar hacia un sistema monetario propio; germen de lo cual es el SUCRE (Sistema 脷nico de Compensaci贸n Regional). La falta de voluntad pol铆tica de los gobiernos que parece retardar y postergar estas y otras reformas necesarias se ver谩 presionada cuando superada la emergencia, se prolonguen las consecuencias sociales de un muy precario empuje de la econom铆a mundial de 2010 en adelante. 2.- Continuidad del crecimiento extractivista, enfrenta la resistencia de los pueblos y la amenaza de un "proteccionismo verde" del capitalismo central Aun cuando en la regi贸n se evidencian crecientemente las consecuencias del cambio clim谩tico, con un aumento de las temperaturas y cambios en el r茅gimen de precipitaciones, la reacci贸n de los gobiernos sigue siendo muy de corto alcance y sin asumir que detr谩s de esta crisis se encuentra una cierta concepci贸n del desarrollo que requiere ser profundamente modificada y que se encarna de modo particularmente cr铆tico en el esquema de crecimiento imperante en todos nuestros pa铆ses. Una concepci贸n que est谩 llevando a un proceso de acelerada destrucci贸n de las condiciones de sobrevida de los seres humanos y de otros seres vivos en el planeta. Dentro del repertorio de las medidas adoptadas por los pa铆ses de Am茅rica Latina y el Caribe para enfrentar la crisis son muy escasas aquellas que podr铆amos identificar como ambientales, existiendo el temor adem谩s que en un contexto de estrechez presupuestaria y de lento crecimiento, los gobiernos opten por reducir los programas de protecci贸n medioambiental y promuevan legislaciones m谩s bien permisivas a la sobreexplotaci贸 n de la naturaleza. La continuidad de pautas de crecimiento extractivista en la totalidad de la regi贸n, est谩 desatando crecientes conflictos con las comunidades afectadas por la actividad de empresas petroleras, mineras, madereras, o la construcci贸n de hidroel茅ctricas que est谩n extendiendo la deforestaci贸n, la desertificaci贸 n, la contaminaci贸n de las aguas, la desaparici贸n de los glaciares, etc. No se producen mayores cambios a煤n en la actual matriz energ茅tica hacia el uso de energ铆as renovables y hay avances parciales en la eficiencia energ茅tica y en los sistemas de transporte p煤blico. Los conflictos medioambientales, en particular en torno a la disponibilidad y creciente escasez del agua, se multiplican a lo largo de toda Am茅rica Latina, teniendo como sus principales protagonistas no s贸lo a sectores productivos sino que a las comunidades afectadas por la poluci贸n, la inequidad y la privatizaci贸n, que hacen que el acceso al agua sea en Am茅rica Latina el m谩s bajo per c谩pita en el mundo. Estas movilizaciones van alcanzando en muchos de nuestros pa铆ses un alcance nacional y se proyectan m谩s all谩 de la resistencia hacia la conquista de legislaciones que establezcan el agua como un derecho humano, un bien com煤n de uso p煤blico, que le corresponde al estado preservar y garantizar. Y de cuya gesti贸n deben participar los ciudadanos. De otro lado, a nivel internacional, la necesidad de definir estrategias de enfrentamiento del cambio clim谩tico ha abierto un plano de acci贸n en el que los pa铆ses industrializados est谩n tomando iniciativas unilaterales que aplican de manera indiscriminada y que s贸lo obedecen a las leyes de la competencia. Se trata de un proceso paralelo al de la Cumbre de Copenhague, en el que las negociaciones multilaterales deben conducir a la profundizaci贸 n de los acuerdos del Protocolo de Kyoto. La CEPAL advierte de que ellas conduzcan a "regulaciones unilaterales al comercio basadas en el contenido de carbono de las mercanc铆as exportadas a las econom铆as desarrolladas, lo que constituye un serio riesgo que parte importante de la mitigaci贸n se desplace de norte a sur y termine como responsabilidad de los pa铆ses en desarrollo" . 3.- La gobernabilidad democr谩tica tensionada por el golpismo y la militarizaci贸 n Desde M茅xico a Chile, a lo largo y ancho de toda la regi贸n, el escenario pol铆tico ha entrado a experimentar una tensi贸n m谩s aguda en los 煤ltimos meses, catalizada por los impactos de la crisis mundial y la intervenci贸n de los EEUU, en presencia adem谩s de un nuevo ciclo de elecciones presidenciales que renovar谩 los gobiernos en 14 de los pa铆ses del continente entre 2009 y fines de 2011. En M茅xico, la crisis se procesa con un nivel de apoyo econ贸mico y militar reforzado por parte de los EE UU y de las instituciones financieras internacionales. La reciente cumbre del TLCAN-ASPAN no sirvi贸 m谩s que para ratificar por parte de EEUU la continuidad de la Iniciativa M茅rida , entre cuyos resultados se cuentan la presencia de 45,000 soldados en las calles de comunidades mexicanas; un salto a seis veces la cantidad de violaciones de derechos humanos cometidas por el Ej茅rcito; 12,300 homicidios relacionados con drogas, y ninguna reducci贸n medible en el flujo de drogas ilegales al mercado estadounidense. Las pretensiones de M茅xico de resolver algunas otras cuestiones relativas a la circulaci贸n de camiones mexicanos en EE UU y la reforma migratoria integral quedaron nuevamente postergadas, como era de temerse ante el escenario interno de los EE UU . La intervenci贸n de mayor repercusi贸n sin embargo se produjo en Centroam茅rica, la subregi贸n de mayor pobreza, descr茅dito de los viejos partidos y creciente presencia del crimen organizado. El golpe militar en Honduras puso de relieve las amenazas que pesan sobre la democracia en Am茅rica Latina y que pueden revertir y poner l铆mites a los avances que desde los gobiernos se pueden dar, cuando no existe un amplio movimiento popular que los sustente y las clases dominantes criollas y el imperialismo cuentan con el control de las fuerzas armadas y de otros poderes del estado, as铆 como de los medios de comunicaci贸n masivos, para defender sus intereses. El intento de abrir paso a una asamblea constituyente fue el detonante de la acci贸n golpista, preparada en realidad con antelaci贸n en la medida que el gobierno de Manuel Zelaya tomaba un creciente alineamiento con pol铆ticas favorables a los sectores populares y se incorpor贸 al ALBA. De otro lado, la reacci贸n un谩nime del resto de los pa铆ses latinoamericanos y caribe帽os, condenando el golpe militar y desconociendo al gobierno de facto, ha servido para notificar a las oligarqu铆as criollas y al imperio, del rechazo tajante que existe a a validar gobiernos surgidos de esas acciones en los pa铆ses de la regi贸n. M谩s all谩 de lo cual, la tensi贸n y la puja de fuerzas se mantiene acerca del curso pol铆tico que prevalezca en Honduras hacia fines de este a帽o, cuando deber铆an tener lugar las elecciones en ese pa铆s. Los gobiernos centroamericanos, en particular de Guatemala y Nicaragua, que al igual que Honduras han venido participando de las iniciativas de Petrocaribe e incluso del ALBA, ven铆an enfrentando desde antes del golpe maniobras medi谩ticas y montajes orientadas a debilitar seriamente su credibilidad democr谩tica interna e internacional. En el caso de Guatemala, con el episodio del asesinato del abogado Rosenberg, que apunt贸 a involucrar al presidente Colom en ese evento, y en el caso de Nicaragua, a ra铆z de las acusaciones de fraude en las elecciones municipales de noviembre 2008. Ya en Suram茅rica, la situaci贸n se ha ido congestionando a partir de la tensi贸n generada por el aumento de la utilizaci贸n de Colombia por parte de los EE UU para contar con bases que le permitan un despliegue de sus fuerzas militares hacia el resto del subcontinente. El hecho de que paralelamente al acuerdo del gobierno de Uribe con EEUU para permitir la utilizaci贸n de hasta 7 bases militares en su territorio para el desplazamiento y presencia de fuerzas estadounidenses, se lanzara acusaciones contra los presidentes Correa y Ch谩vez por presuntos apoyos de 茅stos a las FARC, avala la convicci贸n de que tales acuerdos apuntan a intervenir m谩s all谩 del territorio colombiano. Este acuerdo constituye una muy grave amenaza a la paz en la regi贸n y no s贸lo para Ecuador y Venezuela. Seg煤n Estados Unidos se trata b谩sicamente de sustituir el papel que ven铆a jugando la base de Manta, en Ecuador. Para Uribe, se trata de seguir adelante con el Plan Colombia, o sea continuar la guerra contra las FARC hasta ganarla, y perseguir al narcotr谩fico. Sin embargo, tal presencia articulada con la IV Flota y dem谩s tent谩culos del Comando Sur apuntan hacia contar con apoyo militar para operaciones de disputa de los bienes comunes (petr贸leo, agua, Amazon铆a) presentes en Suram茅rica . Finalmente, en el Cono Sur, distintos problemas han tensado tambi茅n las relaciones entre Per煤, Chile y Bolivia. Por una parte, la presentaci贸n ante el Tribunal de La Haya de un diferendo lim铆trofe mar铆timo por parte del gobierno peruano ha crispado su relaci贸n diplom谩tica con Chile. Por su parte, el presidente Evo Morales ha sostenido que la reclamaci贸n peruana va destinada a interferir en una posible salida a la aspiraci贸n boliviana de acceso al Pac铆fico; lo que ha irritado a Alan Garc铆a, que ha expresado adem谩s sospechas sobre las buenas relaciones que prevalecen entre los gobiernos de Chile y Bolivia en la actualidad. En Per煤 prevalece un clima de recelo en amplios sectores de la ciudadan铆a por la convergencia de crecientes inversiones chilenas en el Per煤 con un elevado gasto en armamentos de las Fuerzas Armadas de Chile. En suma, una cuadro de amenazas "externas" que se suma al de las amenazas internas del crimen organizado, la delincuencia, el terrorismo, la conflictividad social- para empujar crecientemente al conjunto de la regi贸n a una involuci贸n en las libertades p煤blicas, que abran nuevamente mayores espacios tanto al autoritarismo populista de derecha, como a la injerencia de las fuerzas armadas y policiales en la contingencia pol铆tica. Un cerco contra el nuevo ciclo de luchas populares en America Latina. Una repercusi贸n inmediata que ha tenido estos episodios ha sido el recrudecimiento del armamentismo de los pa铆ses sudamericanos. Brasil, la potencia regional con un presupuesto de defensa de unos 26.200 millones de d贸lares en el 2008, tiene una larga lista de compras que incluye helic贸pteros, cazas y hasta un submarino nuclear para reafirmar su lugar como potencia geopol铆tica. El gasto en defensa tambi茅n es sostenido en Colombia, con un presupuesto de 6.000 millones de d贸lares en el 2008, seg煤n la Red de Seguridad y Defensa de Am茅rica Latina. M茅xico ten铆a previsto gastar el a帽o pasado unos 4.700 millones de d贸lares, Chile 4.470 millones y Venezuela 3.350 millones. En Per煤 se debate una nueva ley para destinar a las Fuerzas Armadas el 5% del total de fondos recaudados por canon y regal铆as que se otorguen futuro por explotaci贸n y comercializaci贸 n de nuevos yacimientos. 4.- Se reactiva la disputa por la hegemon铆a de la integraci贸n regional Duras pruebas est谩n atravesando los procesos de integraci贸n pol铆tica latinoamericanos y caribe帽os en estos meses, al agudizarse la disputa por la hegemon铆a y direccionalidad de esos procesos. EE UU y sus aliados han logrado que la OEA y el sistema interamericano recuperen una cierta centralidad como espacio para debatir y acordar posiciones frente al devenir pol铆tico-militar de los pa铆ses de la regi贸n; en desmedro de espacios en que no est谩 presente la potencia del Norte. Influyen en esto el que los espacios alternativos, como el Grupo de R铆o, no re煤nen a la totalidad de los pa铆ses latinoamericanos y caribe帽os y que el proceso de las Cumbres de Am茅rica Latina y el Caribe, siendo muy reciente, no tiene a煤n mayor soporte institucional. Pero el factor determinante de esto, ha sido que Brasil no se haya resuelto a encabezar a la regi贸n en esta coyuntura, en una postura de rechazo m谩s en茅rgico a la embestida de los EE UU, lo que ha debilitado su liderazgo. A pesar de que EE UU enfrenta en la OEA una correlaci贸n de fuerzas que por el momento no le es favorable y la Secretar铆a General de Jos茅 Miguel Insulza no le resulta c贸moda, igual se la ha arreglado para incidir desde ese espacio en el tratamiento de las crisis hondure帽a y de las bases en Colombia. La propuesta de la mediaci贸n de Oscar Arias, aunque no fructific贸, logr贸 reunir el apoyo de una mayor铆a de los gobiernos de la regi贸n, a pesar de que contemplaba la impunidad de los golpistas y desechar cualquier proceso de consulta que abra paso a una Asamblea Constituyente en Honduras; lo que significa un triunfo de la diplomacia del Departamento de Estado. En el caso de la crisis desatada por las bases militares, UNASUR no pudo repudiar directamente ni bases extranjeras, ni la presencia de tropas de EE UU en la regi贸n. Hacerlo hubiese significado poner a Colombia fuera de este espacio y no hab铆a disposici贸n para ello, al menos por una mayor铆a de pa铆ses, en particular por parte de Brasil. Tuvo que limitarse a declarar que tal presencia no pod铆a amenazar la soberan铆a e integridad de cualquier naci贸n suramericana, y en consecuencia, a la paz de la regi贸n. Afirmando la toma de esta posici贸n en la ratificaci贸n del principio de la no injerencia en asuntos internos de los pueblos para garantizar la integraci贸n regional. En todo caso, cabe valorar los acuerdos de la declaraci贸n suscrita por consenso , que no s贸lo reitera el compromiso de fortalecer Suram茅rica como zona de paz, sino que instruy贸 al Consejo de Defensa de UNASUR para que adopte en lo inmediato medidas concretas de an谩lisis, inspecci贸n de fronteras, definici贸n de mecanismos de transparencia y verificaci贸n que permitan reconstruir la confianza. Por otro lado, instruy贸 al Consejo Suramericano de Lucha contra el Narcotr谩fico que elabore, de forma urgente, su estatuto y un plan de acci贸n con el objeto de definir una estrategia suramericana de lucha contra este flagelo; cuesti贸n que es fundamental para terminar con la excusa con que se valida la asistencia militar de EE UU en el continente. En suma, UNASUR afront贸 los desaf铆os y si es consecuente con ellos, saldr谩 fortalecido el proceso que se va articulando en esta sub-regi贸n. Por otro lado, el ALBA, rebautizado como Alianza Bolivariana para las Am茅ricas, ha enfrentado con energ铆a y cohesi贸n interna la violenta arremetida que ha significado la iniciativa de los EE UU en estos meses. Ha continuado su proceso de fortalecimiento, con la integraci贸n de Ecuador, San Vicente y las Granadinas y de Antigua y Barbuda. Sus tomas de posici贸n han influido en forma relevante en las resoluciones que se han tomado en los dem谩s mecanismos y espacios de la integraci贸n regional y ha sorteado con 茅xito el riesgo de quedar aislados respecto del bloque de gobiernos socialdem贸cratas, merced a su manejo flexible y a la cercan铆a que ha guardado en particular con Lula del Brasil y Cristina Kirchner, de Argentina. Y contin煤a el desarrollo de sus iniciativas en diversos planos de cooperaci贸n y complementaci贸 n entre sus pa铆ses miembros (energ茅tico, financiero, educacional, sanitario, alimentario, etc.). Los mecanismos de integraci贸n de car谩cter econ贸mico-comercial, (CAN, MERCOSUR, SICA, etc.), se encuentran empantanados. En el contexto de la crisis no s贸lo ha ca铆do el comercio intrarregional, sino que han surgido nuevos conflictos derivados de medidas proteccionistas aplicadas por diversos pa铆ses (M茅xico, Brasil, Argentina, entre ellos). Ellos, como los TLCs no tendr谩n perspectivas de mayores avances mientras perdure la crisis. En medio de este escenario, un paso positivo ha sido el acuerdo de Brasil y Paraguay sobre la hidroel茅ctrica de Itaip煤, que mejora los beneficios que Paraguay derivar谩 de la misma, en especial, triplicar谩 el pago que Paraguay recibir谩 por su energ铆a excedente que hasta ahora estaba obligado a venderle a Brasil a precio de costo y por la que obten铆a tan s贸lo U$ 120 millones. Finalmente, el conflicto entre Argentina y Uruguay por la instalaci贸n de una planta de celulosa en el margen oriental del R铆o Uruguay que les sirve de frontera, empez贸 a mediarse en el tribunal de La Haya , estableciendo un curso jur铆dico para su resoluci贸n. 5.- Bagua y Honduras: la lucha de los pueblos por la vida y la soberan铆a Si ante todo este panorama cabe mantener un tono de esperanza, ello se debe a que los procesos de organizaci贸n y movilizaci贸n de los pueblos contin煤an su ascenso, m谩s all谩 del diverso grado de madurez que han alcanzado en cada pa铆s. Durante lo que va corrido del a帽o, puntos altos de estos procesos, por sus repercusiones nacionales e internacionales, est谩n siendo la lucha de los pueblos amaz贸nicos del Per煤, por un lado y la resistencia del pueblo hondure帽o al gobierno de facto, por otro. En el primero de ellos, la masacre de Bagua en el Amazonas peruano, el 5 de junio, D铆a Mundial del Medio Ambiente, puso de manifiesto el choque entre las pol铆ticas de corte neoliberal y extractivista, con la defensa de la naturaleza por parte de comunidades cuyas concepciones de vida han sido desconocidas por siglos. Los pueblos amaz贸nicos, articulados regionalmente en la COICA (Coordinadora de Organizaciones Ind铆genas de la Cuenca Amaz贸nica ), est谩n dando muestras de una fortaleza pol铆tica y organizativa crecientes; lo mismo que la CAOI (Coordinadora Andina de Organizaciones Ind铆genas), en el mundo andino. Ambas confluyeron en la IV Cumbre Ind铆gena realizada en mayo, en Puno (Per煤) ; convoc谩ndose a constituir la Coordinadora de Pueblos y Nacionalidades Ind铆genas del Abya Yala y a construir paradigmas de vida alternativos a la crisis de la civilizaci贸n occidental. Junto con dar una lucha en el terreno jur铆dico- pol铆tico, por la aplicaci贸n del convenio 169 de la OIT y la dictaci贸n de leyes consistentes con la Declaraci贸n sobre los Derechos de los Pueblos Ind铆genas de la ONU , han desplegado una capacidad de movilizaci贸n y acci贸n directa con tomas de carreteras e instalaciones- para impedir la continuaci贸n del saqueo "de hecho" por parte de las empresas que operan en sus territorios. Ello les ha permitido obtener victorias parciales, una legitimaci贸n cada d铆a m谩s amplia y sortear una din谩mica de criminalizaci贸 n y de violencia, a pesar de los golpes sufridos. En el segundo proceso, el mundo ha contemplado c贸mo a m谩s de 2 meses del golpe, el pueblo hondure帽o ha sostenido sus movilizaciones en contra del gobierno de facto, afrontando una sostenida represi贸n de sus libertades fundamentales y la detenci贸n y la muerte de una centena de personas. Se ha constituido as铆 en una verdadera fuerza social que pesar谩 determinantemente en el curso hist贸rico futuro de este pa铆s centroamericano. Sus exigencias no se limitan a la restituci贸n del presidente Manuel Zelaya en su cargo sino que incluyen decisivamente la instalaci贸n de una Asamblea Constituyente. Una bandera que expresa la voluntad de refundar profundamente la institucionalidad a partir de la soberan铆a popular. Consigna que se va convirtiendo en el eje de las luchas populares tambi茅n en otros pa铆ses latinoamericanos; enfrentados a la decadencia del sistema pol铆tico y a la ilegitimidad de un orden corrupto y excluyente, que desconoce la diversidad nacional y cultural de los pueblos, restringe los bienes y servicios p煤blicos, desconoce los derechos ciudadanos y sustenta esquemas de concentraci贸n de la riqueza y el poder en base a la acumulaci贸n privada y la vigencia de poderes no elegibles. La conformaci贸n de una amplia mayor铆a social por los cambios es otra de las claves que se rescata en la experiencia hondure帽a, liderada por el Frente Nacional de Resistencia, que ha integrado una vasta alianza social y pol铆tica. El Frente ha ido soldando su unidad y acrecentando su fuerza con sostenidas marchas callejeras, paros, tomas y una diversidad de formas de lucha integradas en una "insurrecci贸n no violenta". Masivas reacciones de solidaridad con la lucha de los pueblos amaz贸nicos, como con la de pueblo hondure帽o, se han producido en muchos pa铆ses de la regi贸n revelando una cada vez m谩s fuerte militancia de redes y organizaciones sociales con conciencia latinoamericana y caribe帽a, que va tomando cuerpo. La presi贸n que han ejercido hacia los gobiernos e instancias internacionales ha sido una herramienta eficaz para exigir y en casos imponer cursos de soluci贸n pac铆fica y democr谩tica a estas crisis. Las luchas de los pueblos est谩n en desarrollo. Los pueblos no se rinden, ni a la crisis, ni al atropello de sus derechos, ni a la destrucci贸n de sus territorios, ni al aplastamiento de la democracia y de la soberan铆a. Con su conciencia, organizaci贸n y movilizaci贸n crecientes, van venciendo los cercos de represi贸n y violencia con que las clases dominantes intentan cerrar el paso a una nueva alborada. El avance a ese nuevo amanecer es un proceso largo y complejo. Pero ya est谩 en marcha en Am茅rica Latina y el Caribe. Con el ejemplo de sus m谩rtires, con la esperanza encendida por los renovados sue帽os colectivos, con la perseverancia que dan las convicciones de las causas justas, los pueblos marchan. Y con ellos va la suerte de una Humanidad que resiste y siembra una nueva 茅poca. Manuel Hidalgo 19 de septiembre de 2009 Observatorio Social de Amerindia http://www.alainet. org/active/ 33563&lang=es
Enviado por http://blog.unijimpe.net
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